martes, 5 de abril de 2011

EL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO



EL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO

Este capítulo se destina a una pequeña evaluación comprensiva del estudiante universitario de nuestro medio, cuestión que es necesaria para relacionarlo con los aspectos, ya vistos, acerca de la universidad. De esta manera se pretende elaborar el planteamiento de lo que son, y de lo que debieran ser, sus alternativas en el presente y sus posibilidades en el futuro.
  Estos temas principales copan la temática que se anuncia: a) la identidad del estudiante universitario concebida a través de los rasgos de su naturaleza y de algunas de sus características peculiares; y b) La interpretación de sus actitudes, realizable mediante la captación de los objetos que persigue (o que debiera perseguir), y de sus perspectivas que, según razonamientos lógicos, deben esperarse como acontecimientos ineludibles.

3.1 LA IDENTIDAD DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO

Importa en este momento establecer y organizar los rasgos y las situaciones con las cuales se puede identificar al estudiante universitario, como individuo y como conjunto social, teniendo como escenario las circunstancias que presenta nuestro medio sociocultural, Esto se lleva al efecto en las líneas que siguen, exponiendo lo que corresponde a su naturaleza y a sus características.

3.1.1 La naturaleza del estudiante universitario           

El estudiante universitario en nuestro medio, considerado individualmente es la persona que ha logrado el ingreso a la educación superior, no sólo por haber culminado con éxito aprobatorio los cursos correspondientes a la educación media o secundaria, sino que también porque, circunstancialmente, disfruta de las mínimas posibilidades económicas que se requieren para lograr tal efecto (sobre todo si se trata del ingreso a las universidades privadas), y/o porque, además, ha contado con la mínima cuota de buena suerte que la ha proporcionado el respectivo cupo (sobre todo si se trata del ingreso a las universidades estatales).
De hecho, cada estudiante universitario ha sido previamente a su matrícula en la universidad, un producto obligado al culminar la etapa de la educación media, circunstancia ésta que lo predispone y lo dirige hacia la universidad, no sólo para

cumplir con el rito tradicional de los bachilleres, sino para contrarrestar, en lo posible, la posibilidad de engrosar las filas del subempleo y del empleo disfrazado, pues para que este momento no se poseen habilidades específicas ni preparación técnica suficientes.
Pero los aspectos identificatorios más completos surgen cuando se considera al estudiante universitario, ya no a nivel de individuos sino socialmente, a la manera de un conjunto, que es lo que comúnmente se denomina “estudiantado universitario”.
Este conjunto es observable y analizable ya que se constituye como un “ente social”, con múltiples y diversas viviendas humanas que afectan a la sociedad global. Es desde este punto de vista que se pueden captar y comprender sus características para así interpretarlo en una forma más amplia e integral.

3.1.2 Características del estudiante universitario

Se ponen de manifiesto aquí las características de conjunto que corresponden y ayudan a identificar al estudiante universitario típico.
Estas características han sido extraídas como productos directos de la observación sistemática que llevó al efecto en el medio ambiente de nuestros centros universitarios, y en un orden lógico de presentación son:

3.1.2.1. El estudiantado universitario es un producto social    
            estratificado.

Como es apenas obvio, el conjunto de estudiantes universitarios es un producto de extracción de nuestro medio social; pero, lo que es realmente significativo es la forma de estratificación socioeconómica que presenta.
  Las mayores proporciones proceden de la clase media y de la clase alta, en su orden, siendo aparentemente el estrato “medio alto” el de mayor participación. Por consecuencia, la clase baja sólo tiene unos pocos representantes que por lo general corresponden a los estratos “bajo medio” y “medio alto”.
 Esta forma de distribución participativa no corresponde, por ahora a lo que se pretende para nosotros como esquema de “sociedad democrática”.
La estratificación se presenta arbitraria por cuanto implica la utilización de loa universidad y de sus beneficios inmediatos sólo para quienes de antemano se hallen ubicados en situación de privilegio.

  De otra parte, estas condiciones de distribución socioeconómica en los estudiantes universitarios se hallan, en cierta forma, respaldadas con las modalidades de estratificación que presentan los propios centros de estudios universitarios, cuestión ésta que ya se ha visto en páginas anteriores (véase punto 2.2.2).
  En consecuencia, se puede afirmar que las alternativas de estratificación socioeconómica que presenta el estudiantado, encuentran adecuada ubicación dentro de los estratos y subestratos del propio sistema universitario.
  Es de esperarse que si se logra la culminación de etapas exitosas en el propio proceso de desarrollo de la universidad, esta forma arbitraria de estraficación cambia, en beneficio de la sociedad en general y de los estudiantes en particular.
  El sistema universitario, dentro de una pretendida sociedad ascendente (es decir, proporcionar los medios para que más individuos y familias con miembros en la universidad asciendan en la escala social), crear las situaciones para que por vía natural, se institucionalice la participación equilibrada y armónica de todos los estratos y subestratos sociales en los beneficios más significativos, como son precisamente, los que proceden de la universidad.
No se trata por lo tanto, de mediante el estudio en la universidad, crear edites que reposen fraudulentamente sobre grandes mayorías que no han tenido el beneficio de ese tipo de estudio, sino de habilitar a toda la sociedad, irrigándola en todos sus ámbitos y posibilidades, con los beneficios que emergen de la actividad universitaria. Esto significaría un avance concreto en el proceso de desarrollo integral del país.

        3.1.2.2. El estudiante universitario es un fenómeno social masivo y   
                     recurrente.
El conjunto de estudiantes universitarios se manifiesta, desde el punto de vista poblacional (y si se quiere demográfico), como un fenómeno masivo y recurrente, que año a año y semestre a semestre se renueva y aumenta en los claustros universitarios. Es por lo tanto, cuantitativamente, un fenómeno de alta variabilidad y con tendencia al incremento, en una proporción mayor que el incremento de los cupos en las universidades y demás centros de educación superior.
  Pero pese a tal crecimiento continuo siempre ha sido, proporcionalmente, y en comparación con la población estudiantil total del país, relativamente pequeño.

     



  3.1.2.3 El estudiantado universitario presenta una baja productividad en    
                   el estudio.
Los estudiantes que laboran en nuestros centros universitarios se ven afectados a consciente y aconscientemente, por una serie de problemas concretos que disminuyen la efectividad en el estudio mismo, restringiendo la calidad y la cantidad de los conocimientos que son necesarios para la culminación exitosa de las carreras profesionales y para el normal ejercicio de la profesión.
  Dada la importancia de las situaciones y de estos problemas y teniendo en cuenta la incidencia de los mismos en el desarrollo presente y futuro de los estudiantes, este tema (los problemas que afectan el estudio en la universidad), será tratado por aparte y en forma más analítica en el capítulo que sigue.


          3.1.2.4 El estudiantado universitario se configura como una élite.
Ante las circunstancias de la propia universidad y ante las condiciones del país, el conjunto de nuestros estudiantes universitarios se manifiesta como una “élite”, es decir, como una minoría privilegiada, siendo esto el origen de muchas otras características sobresalientes.
 Ser estudiante universitario es un privilegio social entre nosotros, privilegio que no siempre se comprende, ni se tiene en cuenta, y que a veces ni siquiera se advierte. Y al menos esto último es necesario porque los miembros de cualquier élite tienen claras responsabilidades, tanto para con ellos mismos como para con el conjunto de la sociedad.
  El término “élite” sugiere dos significados principales que a la vez son correlativos. El uno, que equivale simplemente a estrato o clase social alta, y el otro más genérico y que corresponde al concepto de minoría privilegiada. Esta última acepción es la que en este momento se acoge con mayor énfasis ya que el estudiantado universitario es, por una parte y desde el punto de vista de las estadísticas, una real minoría ya sea que se le considere como constitutivo de la población universitaria potencial (o sea del conjunto de legítimos aspirantes al ingreso a la universidad).

Son muy pocos los colombianos que logran ingresar a la universidad, y son todavía menos los que logran salir avantes como profesionales. Además, los niveles de escolaridad van disminuyendo a partir de la primaria, de tal manera que la proporción de estudiantes universitarios, relacionada con la población del país, tiene que ser necesariamente mínima. De otra parte, esta minoría es privilegiada porque las prerrogativas de la educación superior, en este país, han sido y siguen siendo una especie de eslabón para conseguir un status de superioridad, efectiva o no, sobre la mayoría de los "no doctores". Para las clases más bajas de la sociedad, el llegar a la universidad se considera como un hecho insólito. La distancia social interestratos parece ser un determinante en este sentido, de tal manera que la gran mayoría de la población tiene proporcionalmente muy escasos representantes, primero en la universidad y luego en los cuadros directivos del país.

3.1.2.5. El estudiantado universitario posee una conciencia social.
Múltiples experiencias demuestran que el estudiantado universitario puede funcionar como una unidad social porque siempre pone de manifiesto una "conciencia social", diversificada en sus objetivos políticos si se quiere, pero al fin y al cabo' unitaria desde el punto de "vista de las expectativas sociales.
Esta conciencia social se reconoce a través de una latente organización interna, probada en múltiples ocasiones en los movimientos estudiantiles que son ya tradicionales, y en la dinámica que acredita a este estudiantado como una fuerza social importante, que puede aglutinar otras fuerzas, y que por lo tanto tiene trascendencia nacional.

3.1.2.6. El estudiantado universitario permanece en un estado de   
            Tensión latente.
Surge aquí un tema candente y de gmr1despreocupaciones, como es el de la tensión estudiantil, que provoca desasosiego a los directivos universitarios y a los dirigentes del país, y que en el pasado inmediato, y aún hoy, se viene expresando en "paros", marchas forzadas, manifestaciones pasivas y violentas, y en muchas otras formas de protesta, y que por lo general culminan con las fórmulas de siempre: diálogos a todos los niveles, control policivo y cierre temporal de centros universitarios.
En el capítulo 1, cuando se habla de la normatividad de la universidad (véase: 1.4.3.4.), se ha hecho referencia al control de la tensión natural que se presenta al interior de cualquier sistema o subsistema social como el de la universidad. Pues bien, la efectividad de ese control depende casi en absoluto de la "calidad" de las normas vigentes dentro del sistema o subsistema, calidad que a su vez depende de otras varias condiciones, de las cuales la principal es el grado de adecuación a las circunstancias sociales. Si se exploran un poco la normatividad interna a la universidad y la normatividad del sistema
socia1 general, se hallarán, sin duda, las explicaciones racionales a esta tensión estudiantil, que de todas maneras es preocupante y requiere una solución eficaz.

Nuestra sociedad se halla en crisis debido, en parte, a la transición hacia planos superiores de desarrollo económico, y en toda crisis lo que más resulta afectado es la normatividad, porque los valores han cambiado y siguen cambiando, y porque las actitudes aparecen desconcertantes ya que no se compaginan con las formas tradicionales de actuar, ni hay claridad suficiente acerca de los objetivos que se persiguen.
Si se reúnen en principio estas apreciaciones con el concepto (también ya explicado) de "universidad como institución social", se obtiene un panorama en el cual emergen algunas causas y circunstancias del fenómeno "tensión estudiantil". Es apenas lógico que los tremendos problemas sociales de todo orden, pero especialmente los de tipo económico y político, repercuten en la fuerza viva de la universidad, que como se ha visto, es altamente dinámica.
El estudiantado conserva vivo su poder de expresión parte la inconformidad, y busca sin cesar una respuesta dentro y fuera de los claustros.
Es necesario aclarar, en este momento, que con estas exposiciones lo que se pretende no es, en ningún caso, justificar lo que podría denominarse como "desorden estudiantil" en el sentido de la falta de disciplina, especialmente en el ámbito docente. Sólo se pretende, con fines explicativos, establecer algunas de las relaciones que existen entre la problemática socioeconómica
'del país y la problemática particular de la universidad, y poner de manifiesto un enfoque tentativo para la solución de la última.

Se puede concluir que, descontando la agitación extremista que una minoría organizada hace dentro de la universidad aprovechando el clima de descontento, la tensión estudiantil que a veces parece incontrolable, es consecuencia directa de las situaciones disfuncionales de la estructura socioeconómica.

3.2. LOS OBJETIVOS Y LAS PERSPECTIVAS DEL ESTUDIANTE           
       UNIVERSITARIO
      Siendo miembro activo de una élite (tal como ya se ha explicado), el estudiante universitario parece tener, principalmente, unos objetivos y finalidades mezquinos; parece no comprender en todo su significado su propia condición y, consecuencialmente, parece desconocer gran parte de sus responsabilidades.
Por lo menos esto es lo se puede concluir cuando se observa un comportamiento estudiantil que no es propiamente el deseable si se tiene en cuenta la perspectiva de  la eficiencia profesional, para conseguir por este medio tanto la promoción del desarrollo de la personalidad a nivel individual, como la promoción del desarrollo integral a nivel social.
De acuerdo con los resultados de las investigaciones realizadas, el estudiante común y corriente está acostumbrado a concebir la culminación de una carrera universitaria como una única y exclusiva posibilidad de éxito, y pretende llegar a esta meta por los medios, que según su entender, pueden ser los más fáciles, tales como la copia en los exámenes y demás pruebas académicas, la astucia dialéctica de convencimiento a los profesores para lograr calificaciones que realmente no se merecen, las actitudes para esquivar las lecturas programadas y los trabajos prácticos, la memorización para tratar de salir del paso ante los requerimientos de los profesores, etc., etc., aun a sabiendas que obrar en tal forma no es ético.
Con la presencia y persistencia de tales circunstancias se da a entender, entre otras cosas, que muy pocas veces una carrera profesional se acomete después de haber hecho un análisis profundo y completo de las circunstancias, de los objetivos y de las posibilidades; y esto tal vez sea uno de los principales factores que ocasionan fracasos, tanto durante el estudio como después en el ejercicio de la profesión.
Existe también una perspectiva de carácter positivo, aunque un tanto disminuida, cual es la intención (por parte del estudiante universitario), de servir a la sociedad y a las comunidades. Sin embargo, correlacionando otras actitudes resulta (por lo menos para una minoría significativa), que esa intención llega a ser solamente una "forma de decir", un vano argumento para convencer a gentes desprevenidas, y por lo mismo una especie de disculpa o de "pantalla" para lograr disimuladamente las finalidades egoístas, miopes y personales (no sociales), que realmente se pretenden. Para no pocos profesionales, ya en ejercicio, el servicio a la comunidad se halla condicionado al beneficio personal, pues si este último no es posible aquel no se realizará.

Como se ve, el panorama en este sentido (objetivos y perspectivas del estudiantado universitario), es francamente desolador. Se debe pensar en un cambio radical de las actitudes hacia la universidad y hacia la sociedad, y esto parece ser posible, solamente, si de antemano se elabora un plan de acción basado en la ética fundamental, en la concientización práctica de los estudiantes, y en la investigación científica. Esto por cuanto, por ley sociológica, todo movimiento y todo cambio social tiene sus causas y tiene sus propias finalidades. Por lo tanto, este cambio radical de  las actitudes hacia la universidad y hacia la sociedad no es un evento que se produzca al azar, ni puede ser una reacción ciega.
Identificar los reales objetivos que debe perseguir el estudiante, y advertir las perspectivas de la universidad, que sean armónicas con esos objetivos, es una tarea no apta para quienes se sustentan con el subjetivismo y para quienes se ubican en posiciones ideológicas extremas. La concepción ética requiere (para éste y otros casos de problemática social), una inmersión en la autenticidad de los valores que se reconocen en la justicia, en la bondad y en la dignidad humana en todas sus dimensiones.
Se impone además una verdadera labor de concientización social para el universitario, labor que promueva las consecuentes responsabilidades. Es necesario comprender que cada profesional es un punto clave para el desarrollo masivo y que por ello debe prepararse en función de las necesidades sociales que más tarde debe solucionar en colaboración con otros. Solo así se puede lograr el éxito de una vida intelectual. Pero además, el estudiantado ha de comprender que el éxito consolidado es un producto del esfuerzo continuo, de la persistencia en un trabajo planeado y organizado, y también de la presencia de un conjunto de aptitudes y de actitudes, unas innatas y otras adquiridas.
De otra parte, una investigación científica en tal sentido tendría que ser una continua indagación acerca de la universidad y sus relaciones con la sociedad global. Sus resultados, también continuos, darían la base para llevar a cabo una acción organizada de superación a partir de unos objetivos claros, concretos y éticamente realizables.
Pero la mayor dificultad que se presenta en investigaciones de este tipo no está en el diseño ni en la ejecución de las labores operativas, sino en el planteamiento adecuado de los problemas y en la interpretación correcta y objetiva de los elementos intermitentes. Especialmente esta labor debe ser llevada a efecto por verdaderas mentalidades científicas.

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